Las esculturas que conforman la presente instalación de Doris Salcedo tienen un origen anecdótico y literal. Hay una referencia cultural y social directa, que compromete al espectador desde la primera mirada. Es una intención deliberada que produce un vínculo psicológico y emocional ineludible. Esta instalación es una imagen mental. Un espacio metafórico que crea un escenario sintético y austero. La ausencia del color. Matices de blancos y grises. La repetición como extensión de lo individual a lo colectivo.
Los objetos escogidos ya están cargados de historias. Es un factor que la artista involucra en la imagen total que elabora. No se trata de objetos elegidos por la indiferencia a la manera de Marcel Duchamp, están más cercanos a la significación metafórica de Josef Beuys, principal influencia en su obra.
Los objetos escogidos plantean un punto de partida. Orientan la mirada. Producen un ambiente mórbido, la desolación que revisten los muebles de hospital desechados. La tensión arquetípica entre vida y muerte. El dolor en el escenario de la impotencia. La fatalidad. Objetos con escala humana: presencia y ausencia, vida y abandono. Pero el origen "clínico" de esta instalación es en primera instancia sólo el soporte - como el lienzo en blanco - de su trabajo artístico, es el campo sensible y conceptual donde ha escogido actuar y donde comienza su meditación y proceso creativo. Hay un avance en esta instalación con respecto a las anteriores que ha presentado en público Dorís Salcedo. Y es la introducción de la metáfora en el proceso creativo. Mientras que en las instalaciones anteriores existía un clima de tensión y agresión por la relación y selección de los elementos, en la presente, la carga simbólica y psicológica se inscriben en cada gesto que envuelve estas esculturas, creando tensiones y ritmos asimilables a calidades plásticas. Cada gesto proviene de una actitud, lo representa. Sobre la estructura básica de unas camas extraídas de su contexto original y cargadas en si misma de pathos, se sobreimpone otra. Plásticamente se conjugan lo estructural con lo orgánico. Se reorganizan las relaciones entre lo fabricado industrialmente, el deterioro azaroso y la intervención artística que recodifica estos puntos de partida.
Los objetos escogidos ya están cargados de historias. Es un factor que la artista involucra en la imagen total que elabora. No se trata de objetos elegidos por la indiferencia a la manera de Marcel Duchamp, están más cercanos a la significación metafórica de Josef Beuys, principal influencia en su obra.
Los objetos escogidos plantean un punto de partida. Orientan la mirada. Producen un ambiente mórbido, la desolación que revisten los muebles de hospital desechados. La tensión arquetípica entre vida y muerte. El dolor en el escenario de la impotencia. La fatalidad. Objetos con escala humana: presencia y ausencia, vida y abandono. Pero el origen "clínico" de esta instalación es en primera instancia sólo el soporte - como el lienzo en blanco - de su trabajo artístico, es el campo sensible y conceptual donde ha escogido actuar y donde comienza su meditación y proceso creativo. Hay un avance en esta instalación con respecto a las anteriores que ha presentado en público Dorís Salcedo. Y es la introducción de la metáfora en el proceso creativo. Mientras que en las instalaciones anteriores existía un clima de tensión y agresión por la relación y selección de los elementos, en la presente, la carga simbólica y psicológica se inscriben en cada gesto que envuelve estas esculturas, creando tensiones y ritmos asimilables a calidades plásticas. Cada gesto proviene de una actitud, lo representa. Sobre la estructura básica de unas camas extraídas de su contexto original y cargadas en si misma de pathos, se sobreimpone otra. Plásticamente se conjugan lo estructural con lo orgánico. Se reorganizan las relaciones entre lo fabricado industrialmente, el deterioro azaroso y la intervención artística que recodifica estos puntos de partida.
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